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Todos los relatos cortos y personajes de este blog son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

miércoles, 29 de febrero de 2012

Relato: Amantes

Los amantes se encontraron en el jardín de la mansión. La música les envolvía y empezaron a bailar suavemente, muy pegados, mirándose a los ojos con ternura. Cuando las últimas notas se perdieron en el silencio, los dos suspiraron con tristeza. El marido de ella probablemente la estuviera buscando, y para los amigos libertinos de él sería sospechoso que no estuviera en el salón de baile, coqueteando y buscando seducir a alguna dama lujuriosa con la que pasar la noche, así que tomaron caminos separados y entraron en el salón por puertas distintas. Nadie se había dado cuenta, al igual que nadie percibió la mirada de complicidad que intercambiaron cuando se cruzaron y se saludaron con frialdad

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miércoles, 22 de febrero de 2012

Relato de fantasía: Cupido

Aquí tenéis mi proyecto de Adictos a la escritura de este mes. Había que diseñar nuestro propio Cupido. Ya sabéis que a mí la mitología me encanta, así que, más que diseñar un Cupido de la nada... he decidido rediseñar el mito griego y actualizarlo un poco, adaptándolo a los tiempos modernos ^^

Cupido

Cupido siempre se pone de muy mal humor cuando llega San Valentín. De entrada, él es un dios griego ¿Por qué, entonces, se le representa siempre en una festividad cristiana? Y, para colmo, una festividad cristiana que en principio era el día de la amistad, pero que fue convenientemente institucionalizada por los grandes almacenes.
Aunque claro, se tiene que dar con un canto en los dientes, porque a él, aunque de esa forma indirecta y retorcida, aún se le adora y se le representa, no como a la gran mayoría de los dioses griegos, a los que solo se hace caso cuando hacen una de esas absurdas películas que revisan los mitos antiguos. Todos ellos, al dejar de tener fieles, habían ido perdiendo sus poderes poco a poco, mientras que él sigue tan fresco como siempre, porque siempre hay personas (mayoritariamente mujeres) que rezan para que él aparezca y les traiga el amor.
Todo eso estaría muy bien si no fuera porque le representan siempre como cuando era pequeño y se dedicaba a ir en pañales disparando flechas con su arco de juguete. Cada vez que ve una de esas figuritas, se pone realmente furioso y le dan ganas liarse a flechazos, pero con flechas de verdad, en vez de esas mariconadas que usaba por esos tiempos, que no imponían ningún respeto.
¡Él es un hombre, por todos los dioses! Y un hombre increíblemente sexy, bien vestido, que atrae la mirada de todas las mujeres a su paso y de la mayoría de los hombres, aunque estos no se atrevan a reconocerlo ni ante sí mismos. ¡Estúpidos artistas! ¿Qué pensaban, que su amada Psique se habría casado con un infante en pañales?
Hace ya tiempo que dejó de creer en el amor verdadero, más concretamente desde que su esposa se había separado de él. Él la seguía queriendo como el primer día, pero estaba seguro de que ella había dejado de amarle en cuanto puso el pie en el Olimpo y su superficial mirada constató que todos los dioses estaban igual de buenos que él. A eso conducía el amor, al dolor del desengaño.
Por eso, ahora se cuida mucho de disparar sus balas (ahora usa una pistola automática, que es más estética y fácil de usar) a los dos integrantes de la pareja y no solo a uno. Así se asegura de que el que no ha sido alcanzado por sus flechas no se cansará de su compañero y le dejara solo y desolado, como Psique había hecho con él.
Ya ni siquiera lleva alas de ángel. Se había hartado de ellas y había decidido cambiárselas por otras más modernas y actuales. Más concretamente, por alas de plumas metálicas. Pesan más, pero también sirven como armas y escudo para enfrentarse a los indeseables que le persiguen para robar su inmortalidad, o para vengarse por haber enamorado a quien no debía de quien no debía. Aunque claro, casi nunca las necesita. Solo tiene que disparar una de sus balas para que los muy incautos, que generalmente no se preparan llevando el único antídoto conocido para ellas, el nenúfar, se enamoren locamente de él y se maten entre sí.
Caminando por la calle, percibe que algún otro dios está siendo atacado por uno de esos monstruos. Se siente tentado de dejarles acabar el trabajo, porque ya no se lleva bien con ninguno de los dioses de su panteón, pero pone los ojos en blanco al darse cuenta de que probablemente esos tipos fueran a por él.
-En mi territorio y en san Valentín, cuando soy más poderoso que nunca. ¡Lo que me faltaba por ver! –gruñe, ofendido porque tanto sus enemigos como algún idiota habían decidido ir en su busca en una fecha tan señalada. Por otro lado, tiene curiosidad por ver qué dios se ha adentrado en su territorio y qué quiere de él. Con ellos es con los únicos con los que usa sus balas a discreción, por diversión, y no duda en acceder a sus caprichos y enamorarles entre ellos, provocando así grandes discusiones.
Se acerca lentamente a los ladrones de poderes y observa que casi han logrado reducir a su víctima, así que salta sobre ellos y, furioso, decide tirar al suelo su pistola y darles una buena tunda para descargar su mal humor. Extiende sus alas y comienza el baile mortal, que acaba con ellos en pocos minutos. Luego, cubierto de sangre, se dirige hacia la víctima y se le para el corazón al ver que se trata de Psique, tan hermosa como siempre.
-Te echaba de menos –dice ella, con lágrimas en los ojos.
- ¿Qué? ¿Ya te cansaste de retozar con los demás dioses del panteón? ¿O es que su debilidad actual no te atrae? –pregunta irónico.
-Nunca hubo ningún otro –afirma Psique–. Estabas tan resentido… ya no eras el hombre con el que me casé, y yo no era la misma tampoco. Dos mil son muchos años de estar juntos, necesitaba tiempo para pensar y encontrarme a mí misma, pero he descubierto que no puedo vivir sin ti.
-No sé si podré perdonarte. Me hiciste daño y no puedo volver a confiar en ti –responde él, aunque en el fondo quería hacerlo.
-Por favor, Cupido. Es san Valentín, el día del amor –suplica ella. Pena que hubiera elegido precisamente esas palabras para pedirle otra oportunidad.
-Parece que no me conoces lo suficiente. Por si no lo sabes, este día es una estupidez. Una estupidez que me hace más poderoso cada año mientras los demás languidecen, pero que no deja de ser ridícula –bufa Cupido –. Yo ya no creo en el amor.
-Lánzame una de tus flechas, si no me crees. Yo ya te amo, no me afectarán lo más mínimo.
-Yo ya no uso flechas, corazón. Solo balas –dice fingiendo indiferencia mientras registra los cadáveres de los idiotas que se habían atrevido a atacar a su amada, que llora en silencio. Entonces, siente cómo una de sus balas le alcanza y se gira indignado para arrebatarle furioso a Psique el arma que le ha robado-. ¿Cómo te atreves, maldita?
-Sigues amándome –afirma ella-. Si no lo hicieras, habría cambiado tu comportamiento cuando te disparé. Pero conseguiré que vuelvas a abrirme tu corazón.
-Te reto a que lo intentes –responde Cupido, todavía airado. Luego, extiende sus alas de metal y echa a volar.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La bella (dos caras de un mismo cuento)

 Esta es mi parte del reto Las dos caras del mismo cuento. La primera parte (desde la perspectiva de la Bestia) la hizo Astarielle y podéis leerla aquí.

La Bella
Bella se ha refugiado en la biblioteca del castillo. Lleva ya varios días presa en aquel lugar y, al haberse dado cuenta de que su actitud no iba a serle de ayuda, ha decidido cambiarla, lo que no quiere decir, en absoluto, que haya dejado de sentirse ofendida y enfadada con la Bestia. Siempre ha sido una joven testaruda, orgullosa y con carácter y nadie, por más bestia que sea, va a cambiar eso. Ni siquiera su horrible apariencia la asusta ya, y no va a dejarse doblegar, ni tiene intención de ponérselo fácil.
Ella siente a la Bestia antes siquiera de que haga notar su presencia, pero prefiere ignorarle y no decir nada, siguiendo con su metódico escrutinio de los maravillosos libros cubiertos de polvo que tiene en la biblioteca. Leer ha sido siempre su gran afición y tiene que reconocer que esa biblioteca es un auténtico tesoro, aunque duda de que la Bestia se haya molestado siquiera en hojearlos, visto el estado de abandono en el que se encontraba la estancia.
-Hola, Bella –le dice la Bestia, en un tono ligeramente menos terrorífico del que suele utilizar habitualmente.
-Hola –le contesta seriamente, fingiendo que no le importa en absoluto tenerle cerca pero dándole a entender que no quiere hablar con él.
-¿Te gusta alguno? Si lo deseas, puedes quedarte los que quieras –le ofrece la Bestia. Bella le nota nervioso y se pone en guardia, por si hay tras el ofrecimiento dobles intenciones.
-¿Quedármelos? ¿Me los estas ofreciendo? –le pregunta, confusa.
-Si, esto… Sé que no hemos tenido el mejor de los comienzos pero me gustaría arreglarlo –explica él.
El carácter de Bella sale a relucir en ese momento y le mira furiosa, incapaz de creerse que el muy bruto piense que por hacerle un regalo –incluso uno tan magnífico como ese –va a compensar el hecho de tenerla encerrada en un castillo, sin dejarla marchar.
-¿Arreglar el qué? ¿Qué me vea presa en un castillo enorme con una bestia? ¿Cómo podrías recompensar que haya perdido mi libertad? –le recrimina con seguridad.
-Perdona, Bella, yo no quería que esto fuese así, de verdad, créeme. Pero no tengo más remedio.
-¿Qué no? Es sencillo, déjame ir. Solo tú puedes hacerlo –contesta Bella, a la que las excusas de la Bestia no le parecen razonables.
-¿No estas bien aquí?
-¿La verdad? –pregunta Bella, que no puede evitar ser sincera. La estancia en el castillo está siendo agradable, pero no lo suficiente como para que ella pudiera soportar la pérdida de su libertad-. Estoy algo mejor de lo que pensaba. Tus curiosos empleados son muy agradables conmigo, siempre están pendientes de mi y este lugar, si estuviera recogido y algo más limpio, sería de lo más acogedor. Sin embargo, no me gusta estar aquí obligada, ni secuestrada por ti.
-Lo siento, de verdad –le dice la Bestia en tono suplicante-. Ojala todo fuese diferente, pero no puedo, aún no puedo dejarte marchar.
-¿Por qué? –pregunta Bella, incapaz de comprender sus motivos. Desde luego no es para hacerle daño, porque la trata como si fuera una princesa de cristal a la que hay que conceder hasta el más mínimo capricho, pero no se le ocurre ninguna otra razón lógica para su encarcelamiento-. Dame una razón para que me debas tener aquí, enclaustrada un día más.
-Llámame egoísta, pero necesito que te enamores de mí.
-¿Qué me enamore de ti? –Bella le mira, desconcertada por un momento, y sólo es capaz de preguntar-: ¿Y pretendes conseguirlo teniéndome presa en este castillo?
-No tengo más forma que esta. Si te dejara ir, no volverías y yo me quedaría encerrado en este estúpido cuerpo.
-¿Todo esto es por tu apariencia? –quiere saber Bella, algo indignada por la superficial respuesta de la Bestia.
-¿Te parece poco?
-Pues sí, me parece poca cosa. Lo importante, la verdadera belleza, lo único que puede conseguir que alguien se enamore de ti, está en tu interior. El resto es un simple envoltorio que se estropea a medida de los años –explica ella. La Bestia pone una extraña cara y Bella se da cuenta de que está sonriendo.
-Puede ser. ¿Pero sabes qué? Creo que sólo tú puedes sacarme de este pozo.
-¿Yo? ¿Por qué? ¿Qué tengo de especial? –pregunta ella, que siempre se ha creído del montón y que no considera que tenga una cualidad en particular que pueda conseguir lo que la Bestia desea de ella.
-¿Que qué tienes de especial? ¿No lo sabes? ¿Aun no te has dado cuenta? Tú eres la única persona que tanto en mi vida humana, como en ésta, me ha puesto nervioso, que me ha enfadado y a los dos segundos me ha hecho sonreír, la única que me ha hecho plantearme si mi forma de actuar es la correcta y la única que me hace ver que mi vida puede ser diferente. ¿Esto también te parece poco? –afirma la Bestia con el tono más suave que ha empleado nunca desde que ella está allí.
Por primera vez en su vida, Bella se queda sin palabras, completamente en blanco, y farfulla:
-No… Perdona… No sé que decir.
-No digas nada y quédate a mi lado. Prometo cambiar, pero ayúdame y no me rehúyas. No soy tan ogro como crees y te necesito. No por mi apariencia, si no porque no me imagino mi vida sin ti. Por favor, toma los libros que quieras como regalo y disculpa de estos primeros días. Prometo cambiar, si no lo consigo, podrás irte, pero darme una oportunidad.
Bella le observa salir de la biblioteca, completamente descolocada por lo que acaba de decir y algo desconcertada al darse cuenta, quizás por primera vez, de que bajo esa capa de maleducado, superficial y autoritario es posible que se encuentre una persona con buen fondo, que sólo busca un poco de compañía en una vida solitaria. Aun así, sus métodos son bastante desdeñables y sigue sin hacerle gracia estar allí recluida, por lo que las declaraciones de la Bestia sólo han tenido en ella un efecto parcial. No obstante, por el bien de los dos, ya que no va a tener más remedio que convivir con él, decide darle una oportunidad. Quizás, si él se sigue comportando como ese día y no como el bruto que había demostrado ser hasta entonces, pudiera hacerle comprender que la amistad, y el amor, son algo que se deben dar libremente y sin condiciones.

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jueves, 9 de febrero de 2012

Microrrelato: Intríngulis

Este es el relato para la consigna del foro de Adictos a la escritura. La palabra de este mes es intríngulis.

Intríngulis
Quería participar en las conversaciones su pareja para pasar más tiempo con él y no veía la forma, porque siempre hablaba con sus amigos de turbios negocios, y tanto intríngulis la dejaba desconcertada. No obstante, no se daba por vencida, así que comenzó a leer la prensa, a prestar más atención a lo que se decía y a estar al tanto de todas las novedades. Poco a poco comenzó a entender e incluso a cogerle el gusto a esos intríngulis.
Fue entonces cuando su pareja la dejó. Lo que más le había gustado de ella era su inocencia, que no se dejaba llevar por el lado oscuro de los negocios y que, al estar juntos, podía olvidarse de todos esos odiosos asuntos. Al volverse como todos los demás, por pasar más tiempo a su lado, había perdido todo lo que le hizo enamorarse de ella.
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